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10 abril 2009

Clarabella bajo la lluvia

“Y en otras aguas oscuras recuerdas esos labios
Incompatibles
Con los tuyos, irreales
El beso glamoroso de la imagen que te saluda
Aún más joven que desnuda
Al otro lado, veías como se espejeaban tus deseos
Y ya no se trataba nada más que de ti”

Hans Schuster

Cuando aquel paraguas blanco
Cedió bajo la lluvia
Y el viento terminó por arrebatárselo
Arrojándolo a las aguas inmundas del canal,
Fue difícil saber si lloraba.
- La historia está llena de momentos como este.-
¿Había lágrimas corriendo por su rostro aquella tarde
O era sólo la lluvia implacable?
Aunque, después de todo, las lágrimas contienen un 85% de agua.
El resto, pequeñas cantidades de glucosa,
Ciertas sales minerales como el sodio y el potasio
Y algunas proteínas, de las cuales quizás la más interesante
Sea la lisozima que tiene propiedades antisépticas.
De haber estado a su lado
Tal vez hubiera inspeccionado su rostro
Y distinguido la forma de las gotas.
Las de lluvia, pequeñas esferas redondas
De entre 0,5 a 6, 5 milímetros de diámetro (los goterones)
Y las de lágrimas, con su característica forma oval,
Redonda abajo y puntiaguda arriba.
Pero estaba lejos de ella aquella tarde.
Sin embargo, fue la lluvia
Y no sus lágrimas,
La que empapó completamente
El poliéster o el percal de su grácil vestido
El perlón, la viscosa o el satén de sus sostenes
La trevira, la muselina o el prolén de sus calzones.
Transparentando su cuerpo maravilloso
Adhiriéndose a ella como una nueva piel de polímeros de poliestileno
Y yo no estaba allí
Para ofrecerle mi humilde pañuelo de tocuyo
O cubrirle con mi paraguas de amianto
Lo cual acaso haya sido lo mejor
Porque una serie de desórdenes
Emocionales,
Nerviosos,
Hormonales
Me habrían transformado en un criminal,
Un ser obsceno,
Estremecido por instintos primitivos
Incapaz de respetar su fragilidad
Su tierno desamparo ante los elementos
comprendiendo vagamente que yo
Y aquella desaforada lluvia
Éramos parte del mismo mal.
En mí, apenas una gota
De aquel veneno amargo y seductor
Pero poseedor de la misma fuerza devastadora.
(Confieso mi maldad ante los dioses de la nada.)
Sin pañuelo
Ni paraguas
Ni presencia
En la escena del diluvio
Provisto apenas de un ojo telemétrico
A una distancia de varias canchas de fútbol
He visto la maldad del viento y la lluvia
Al despojarla.
Quizás yo sea un tipo raro,
Sin ser omnisciente
A veces indirecto,
Dudo de mi propia existencia
Probablemente tan vulgar como la vuestra.
Pero aquel paraguas descoyuntado e inservible
Rescatado por mí de las contaminadas aguas del canal
Colgando de una viga como un murciélago albino
Activa en mí ciertos insondables mecanismos del deseo
Y fatalmente
Termino siempre por llorar.

15 marzo 2009

Ensayo Sobre La Aparición Y Crecimiento De Una Planta.


Ha surgido en el patio
Sin que nadie le plantara.
Su advenimiento,
Después de sorprenderme
Me hizo pensar
Que quizás cierta persona arrojase la semilla
Luego de comer la fruta
Alguna tarde del otoño pasado.
Y ahora no sé si arrancarle
O protegerle de las primeras heladas.
Difícil es saber lo que pensaba
Aquella tarde mientras mordía la dulce pulpa del fruto
Imposible saber lo que sentía
Más allá del placer inocente
Que iniciándose en su boca
Se extendía por sus arterias
Y las ramificaciones nerviosas del aparato digestivo
Hasta alcanzar el noble tejido neuronal.
Puedo imaginarla, perezosa
Retener el hueso del fruto entre los dientes
Para luego arrojarlo con fuerza entre la hierba
pensando, tal vez
Que arrojar un deshecho orgánico
No era contaminar el planeta
y sonreír entonces, ecológicamente feliz
Pero en aquel lejano otoño
Parecíame bella
Más bella que otras esclavas
Más bella que mi Staier con su cacha de madreperla
Más bella que la yegua del lechero con sus grandes pestañas rubias
Aunque el otoño pasado
No era más que una adolescente de tetas pequeñas
Y mirada insolente.
Pero los males del mundo se olvidaban
En su presencia
Y en su boca, las palabras más viles sonaban hermosas.
Por eso, hermanos míos,
No sé que hacer con este retoño
Que crece a razón de dos centímetros por noche
Y que pronto dará su fresca sombra
Sobre mi ventana.

24 abril 2008

Walking Around

(slow dirty tears)

Si uno pone los pies en calle Libertad
- que es muy breve-
en diez minutos se encontrará indeciso
entre tomar por Constitución
o doblar por Insurgentes.
Personalmente siempre elijo Constitución
nada más porque me gusta el café
que preparan en Trasmondo
Pero si te vas por Insurgentes
llegarás en un santiamén a Avenida Libertadores.
Te recomiendo que te salgas de ella
inmediatamente.
Lo más fácil será tomar por Independencia
y en la cuadra siguiente
doblar por Ocho de Octubre:
una callecita llena de bazares.
Cuando hayas cachureado lo suficiente
quizás te parezca buena idea
que nos encontremos
en Libertad
esquina Hierbas Buenas.
Después podemos ir bajando por O´
Higgins
hasta Avenida Prat
por si te apetece ver
la parte sumergida.
Otra posibilidad
es dejarse llevar por Pajaritos
y luego perderse por Parques Industriales
donde suelen verse unos atardeceres magníficos
reflejados en los altos ventanales;
en los balcones donde a veces flamea algún calzón.
Alguna lágrima lenta
y a veces sucia
que baja por el ojo vigilante.
Aunque yo siempre termino
subiéndome a la cima del Torreón
que está en Capitán Orella con General Lagos.
Normalmente hay mucho viento en la cumbre
y no te imaginas lo que es saltar
desde allá arriba.

23 abril 2008

Música Pop

“But we must die, as you, to understand.”Hart Crane

Archivo de audio

Es la enésima vez que escucho esa canción.
La primera fue en la primavera del setenta y seis
cuando nos amábamos,
cuando éramos perfectos.
Después algo pasó
- no lo recuerdo -
sólo que una tarde nos miramos con sorpresa
y deseándonos suerte
nos despedimos.

Después de tanto tiempo estaba solo
y me extrañó que no estuviéramos juntos
para el triunfo del NO.
Fue la segunda vez que escuché aquel disco
sin lograr entender lo que decía
a pesar de entender cada palabra.
No tenía nada que ver con nosotros
ni con Chile.
No podía entender por qué te gustaba tanto esa canción.

La tercera vez - ya un viejo de treinta y siete años-
Me encontraba en una cantina cerca del puerto,
en mi cabeza la idea de marcharme
lo más lejos posible.
Ya iba por la cuarta piscola
cuando aquellos acordes me atacaron sin piedad
y terminé llorando miserablemente
sobre el hule que cubría aquella mesa.
Le pedí a un amigo
que guardara mi pistola,
y luego le hice señas a una puta
con la que me perdí por una calle empedrada
que conducía a un cielo endieciochado
y luego a una especie de abismo
en que estallaban miles de petardos.

La cuarta vez me sorprendió ya a fines de los noventas
transformado en un elegante señorón
amante de la música ambiental,
de los buenos vinos
y de las mujeres virtuosas.
Sintonizaba un antiguo receptor de onda corta
ignorando que el azar pudiera ser tan cruel
como para someterme una vez más
a aquella lírica desgarrada y chula
que me perforaba el hígado
y me azucaraba el esternón.

Pero esta es la quinta vez
que la escucho.
Y me doy cuenta que me he pasado la vida
huyendo de sus compases maricones,
de su letra canalla
que entendí siempre a medias.
Y por el cielo encapotado
y las circunstancias en que yazgo
deduzco que será la última.
Es una lastima
que ahora comprenda todo lo que dice.

06 abril 2008

A orillas del Rubicón

Alea iacta est

Ha pasado el tiempo, mentimos.
Es una forma de decir
que estamos más cerca que nunca
de la muerte,
que, a su vez, resulta otra forma
de mentar lo que ignoramos.
Todo se reduce a
aproximaciones zigzagueantes
en la nada del papel
donde desparramamos las palabras
que siempre tendrán asegurado
al menos un sentido,
caigan donde caigan,
le den a quien le den.
Especialmente porque no hemos dejado
de comportarnos como idiotas
y, peor aún,
de complacernos en ello.
Por eso, cada vez que abres la boca, Catón,
y más aún,
cuando coges un bolígrafo
o aporreas tu teclado,
quisiera reírme a carcajadas
pero soy demasiado civilizado para ello.
Por otra parte,
no quisiera comenzar una guerra;
no antes de tener completa
mi colección de F16s.

14 marzo 2008

Tala

Anoche sufrí una horrible pesadilla;
la peor y la más extraña
que he tenido nunca.
Soñé que era Yin Yin.
Al recobrar la realidad,
aquel mal sueño no se había retirado del todo,
seguía acechando,
agazapado al borde de las cosas.
Temí abrir la puerta,
bajar aquellas escaleras,
cruzar aquel pasillo
que amenazaba conducirme otra vez
a aquel orbe doliente
del que luché fatigosamente por emerger.
Presa del terror que parecía adueñarse
de la clara mañana
luché por asirme a la firme realidad
del pomo de la puerta,
apreté mi cara
contra los helados cristales de la mampara
y salí al exterior.
El frío era duro,
pero su hostilidad parecía suturar el desgarro
por el que mi mente se desbarrancaba.
Así fue como conocí
una extraña forma de la felicidad.
Caminando a paso firme hacia la cafetería,
anticipando la delicia de unos pretzels,
del café recién colado
y hasta la agria cara de aquella cajera
que nunca respondía a mi saludo.
Todo estaba bien.
Mi primera clase comenzaba a las 8:30.
Tenía 15 minutos.
Ya estaba sereno
y me atreví a abrir una vez más aquel libro,
adentrándome con temor
en los cárdenos paisajes de la desgracia,
escuchando en aquellas lóbregas colinas
el fantasmal corro de enanas entonando
te llamas Rosa y yo Esperanza
pero tu nombre olvidarás…
Un momento después,
camino a mi clase,
arrojé aquel volumen al primer basurero que encontré.
“Adiós, mamá” –dije con la cara llena de lágrimas.
Luego pensé:
“cualquiera diría que estoy loco”.

24 noviembre 2007

Estoy en otra

¿cómo te explico?…
pero mejor no te explico
porque si lo hago
abriré un abismo entre nosotros
lo que yo diga tendrá mucho sentido
para mí
mientras que será incomprensible para ti
al final será como cavar la fosa
de nuestra amistad
estoy en otra
porque habitamos mundos paralelos
la misma realidad física
pero en una sintonía diferente
¿me cachai?
cuando tú interpretas mis gestos
siempre te equivocas
por mi parte, yo no sé cómo interpretar
el que siempre te encuentres pegada al techo
o arriba de la pelota
ambos hablamos castellano
pero nuestra palabras significan siempre cosas diferentes
la explicación sólo puede hallarse
en que pisamos el mismo suelo
con zapatos diferentes:
mientras los tuyos dejan una huella profunda
los míos sólo se llenan del polvo de las calles.

14 noviembre 2007

Significa no y tal vez nunca

Quisieras entender
el gesto de esa mano
aboliendo toda expectativa,
su vuelo doloroso;
su gracia perfecta
para expresar que no,
y posiblemente nunca.
Buscar el significado
de ese corte feroz
en el cielo de la tarde.
Intentar el significado aproximado
de la vida desarrollada
hasta ese punto,
cuando la fiesta ha terminado
y su mano ya ha rechazado
con un simple gesto tu futuro.
quisieras saber aquí y ahora
no allá y después
que significaba aquella sombra
reclinada sobre su hombro
mientras estúpidamente haces girar las llaves
a la inversa de las agujas del reloj
contra el paso de los días
sabiendo que todo es inútil.
Pero tú todavía no sabes leer
ni escribir.

11 noviembre 2007

Después de leer a Pound

después de leer a Pound
me refugié durante un año
en la biblioteca municipal
con la esperanza de leer a los clásicos
pero tuve que conformarme
con el reader´s digest
y con las inquietantes noticias
del periódico local.
se esperaba un nuevo ataque de michimalonco
y el editor se preguntaba alarmado
si la ciudad se encontraba preparada
para un nuevo incendio masivo.
desde mi sillón en la sala de lectura
podían verse los cerros circundantes
azotados perpetuamente por la lluvia y el viento.
entonces descubrí que mi mente
mostraba una peligrosa propensión
a quedarse en blanco
mientras en el centro de aquella blancura
se mostraban a intervalos irregulares
las dos eles de mi nombre.
esto es algo en lo que el maestro Pound no pensó –me dije
debo anotarlo
pero no tuve el valor de coger la pluma.
en tanto, la señorita Gerda Von Appen
con su amabilidad característica
me trae una tacita de café de cebada
y me pregunta si no me interesaría leer
algo en alemán
algo como qué -le pregunto-
oh, un libro impresionante que acabo de terminar -responde ella-
se llama mein kampf.
agradezco su gentileza y me vuelvo a sumergir
en la tinta del periódico
el editor llama a los vecinos a formar
el primer cuerpo de voluntarios de la ciudad
mientras un remalazo de lluvia golpéa el ventanal
vagamente comprendo que se trata de una pesadilla
por eso no puedo levantarme
y mi mente se pierde en una página vacía
en cuyo centro deslumbrante
el viejo rostro de Pound parece sonreir.

04 noviembre 2007

Estábamos en 1975...

estábamos en 1975…
me ponía sentimental
y bajaba al sótano
al principio sin saber lo que hacía.
las ratas despejaban el área
y empleaban sus agudos sentidos a fondo
para escapar del peligro
pero yo no tenía intención de matarlas.
yo solamente buscaba algo
que al parecer se encontraba en aquellas profundidades.
pero en realidad no sabía lo que era.
por eso me sentaba allí
sentimental
entre los trastos viejos
entre latas de pintura resecas
entre cajas y baúles
respirando los rancios olores del pasado
que parecían actuar como un veneno.
recordaba entonces viejas canciones de Los Gatos
de Los Iracundos
de los Blue Splendor
sintiendo una vaga tristeza
a la que se mezclaba
como un polvillo un tanto pegajoso
la felicidad de otra época
en la que no me preocupaba de escribir
y era considerablemente menos tonto
en la que tenía menos ropa
y no me gustaban mis zapatos.
me acojonaba pensar que quizás
no era lo suficientemente europeo
como para dedicarme al cultivo de la poesía
o de las ciencias.
allí
tendido entre los cadáveres desmembrados
de los maniquíes
yo solía dejar que la melancolía
hiciera estragos en mi corazón.
quizás entonces me estaba convirtiendo en poeta
e incapaz de darme cuenta del peligro
no me fue posible detener aquel proceso.
un extraño impulso me hacía estar allí
en las tinieblas
como si supiera que algo muy jodido
terminaría por pasar.
entre tanto las ratas decidían qué hacer conmigo
porque para ellas la situación era confusa.
en ese momento sin embargo
haciendo un gran esfuerzo
yo me recogía
procediendo a subir los escalones
que conducían a la superficie
a algún lugar entre el salón y la cocina
desde donde reptaba hasta mi sillón favorito
en espera de las noticias de teletarde.
desde diversos angulos
hubiera podido verse mi figura sentimental
a través de las altas ventanas de aquella casa solariega
donde la enfermiza luz del atardecer
terminaba siempre por desgarrarme las entrañas.
papá y mamá, sin embargo, lo tenían todo claro
para ellos
simplemente se trataba de salir a la calle
y pelear.

03 noviembre 2007

Siempre me oculto para llorar

Siempre me oculto para llorar
en habitaciones privadas si es posible.
en el ropero entre los trajes de mis padres.
tras los rododendros y los rosales
de la quinta de mis abuelos.
cerca de la via ferrea después de saludar a los pasajeros del tren rápido.
herido entre las zarzamoras.
en medio de un bosque poblado de tarántulas y chucaos.
en el baño del colegio durante la clase de química.
encaramado en el guindo que hay en el patio de mi casa.
durante la primera guardia
mientras el soldado Mayorga, mi compañero, duerme plácidamente.
al manejar tarde a casa después del trabajo.
apoyando la cara contra la gélida ventanilla del bus
de vuelta a la ciudad en la que tú ya no vives.
en mi departamento vacío entre los vapores de la pintura fresca
justo antes de entregar las llaves porque me voy para siempre.
en mi oficina de Esslinger Hall a las tres de la mañana
mientras te escribo un email que nunca responderás.
mientras camino solo a medianoche por Sutton Square
hacia East End sin saber qué diablos hacer.
sin saber por qué para qué cuándo dónde.
lloro.
y escondo de otros animales
mis lágrimas indecentes.
inexplicables tal vez pero quemantes como brasas.
y sólo me gustaría saber
si ésto tiene alguna solución
o ya es muy tarde.

01 noviembre 2007

Der Tod ist gross

uno de mis primeros poemas
atacaba a la junta militar
posiblemente no era un poema político
sino simplemente un lamento
ante lo que se nos venía encima.
no se conocían entonces
más que los primeros crímenes
el peor de los cuales
era para mí
el toque de queda.
recuerdo vagamente
que mencionaba
cañones
pólvora
muerte
flores
primavera
y creo que el final era muy bueno
(los finales siempre han sido mi especialidad)
sin embargo nadie entendió nada
excepto que era “bonito”.
la densidad metafórica de aquel texto
hizo que aquellas nobles almas profesoriles
se enredaran en los sonidos y colores
hábilmente mezclados por mí
no para despistar
sino simplemente
porque provenían de un genuino despistado
que atribuía dones tan raros como la inteligencia
a todos sus mayores.
mi poema fue seleccionado
para leerse en la ceremonia del lunes
y yo – que por aquel entonces
ya solía entonar mis canciones ante públicos masivos
como los del festival de los paraguas-
temblaba como lo que era:
un tímido colegial.
leí pues como si cantara
ante mis compañeros
grandes y pequeños
marcialmente formados ante la gloriosa enseña nacional.
dos o tres estaban en el secreto
y esperaban verme arrestado
o por lo menos “suspendido”.
pero nada de eso ocurrió
el primero en darme la mano y felicitarme
fue el interventor militar del colegio
un capitán de carabineros
de quien todavía recuerdo el apellido
luego se apresuró a abrazarme la “vieja” de castellano
quien a sus veintisiete años me amaba sin ninguna esperanza.
me felicitó también el correctísimo señor Véliz
director de nuestra noble institución
insistiendo en que el poema debía publicarse en el diario mural
donde se mantuvo hasta que aquel papel no libre de ácido
se anduvo poniendo amarillento.
el poeta sin embargo se sintió decepcionado
y fuese a recluir a las ruinas de un colegio vecino
donde gran parte de la biblioteca había sido abandonada
y los volúmes empastados yacían desperdigados por el suelo.
allí entre los escombros de aquel edificio que parecía recien bombardeado
sentado sobre los peldaños de una escalera que conducía directamente
al cielo azul de la mañana
trataba de leer un poema en uno de aquellos libros abandonados.
Der Tod ist gross
wir sind die seinen,
lachenden munds
- decía -
wenn wir uns mitten im leben meinen
wagt er zu weinen
mitten in uns.
y tenía razón.

A bordo de un viejo vapor

A  la memoria de Jorge Torres   Del pasado ascendía como niebla el alma del río   Gunnar  Ekelöf   C on   el p...