11 noviembre 2007

Después de leer a Pound

después de leer a Pound
me refugié durante un año
en la biblioteca municipal
con la esperanza de leer a los clásicos
pero tuve que conformarme
con el reader´s digest
y con las inquietantes noticias
del periódico local.
se esperaba un nuevo ataque de michimalonco
y el editor se preguntaba alarmado
si la ciudad se encontraba preparada
para un nuevo incendio masivo.
desde mi sillón en la sala de lectura
podían verse los cerros circundantes
azotados perpetuamente por la lluvia y el viento.
entonces descubrí que mi mente
mostraba una peligrosa propensión
a quedarse en blanco
mientras en el centro de aquella blancura
se mostraban a intervalos irregulares
las dos eles de mi nombre.
esto es algo en lo que el maestro Pound no pensó –me dije
debo anotarlo
pero no tuve el valor de coger la pluma.
en tanto, la señorita Gerda Von Appen
con su amabilidad característica
me trae una tacita de café de cebada
y me pregunta si no me interesaría leer
algo en alemán
algo como qué -le pregunto-
oh, un libro impresionante que acabo de terminar -responde ella-
se llama mein kampf.
agradezco su gentileza y me vuelvo a sumergir
en la tinta del periódico
el editor llama a los vecinos a formar
el primer cuerpo de voluntarios de la ciudad
mientras un remalazo de lluvia golpéa el ventanal
vagamente comprendo que se trata de una pesadilla
por eso no puedo levantarme
y mi mente se pierde en una página vacía
en cuyo centro deslumbrante
el viejo rostro de Pound parece sonreir.

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