06 noviembre 2007

Soneto IV

En que se describe la crueldad de los poetas
ante las naturales y simples bondades del mundo.


Del vano aire que surge de la nada
tendríamos compuesta la cabeza
y la parte del pecho develada
mostraría la llama fiera que no besa

sino llaga y al final todo destruye
hasta el legítimo deseo de otra vida
más pródiga en afectos y virtudes
hasta con moros y cristianos compartida.

En el ínfimo paréntesis que vivimos
destruimos la casa que habitamos
la gracia de cantar no nos permitan

intolerancia contra quienes maldecimos
el ámbito sagrado en que cenamos
pues las tinieblas, no la lumbre, nos excitan.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

A bordo de un viejo vapor

A  la memoria de Jorge Torres   Del pasado ascendía como niebla el alma del río   Gunnar  Ekelöf   C on   el p...