Sentado en aquel banco
Recibía extrañas lecciones
Cuyo fin – declarado abiertamente-
Era prepararme para la vida.
El entrenamiento fracasó, por suerte.
En parte porque los maestros
Me inspiraban
en orden creciente
los siguientes sentimientos:
1. Lástima
2. Desconfianza
3. Asco
En parte porque la vida
No tuvo la paciencia de esperar
A que terminaran las lecciones.
De los raros conocimientos adquiridos
durante aquella dichosa época
Me acuerdo especialmente de dos:
La tabla de precipitaciones pluviales
Del año 1973 y
La estructura molecular del ácido desoxirribonucleico
Cuya utilidad se redujo, si mal no recuerdo,
A ser el principal instrumento de aprobación
De las asignaturas de Geografía Física de Chile
Y Ciencias Naturales y Biología.
Pero mis maestros merecen una mención especial.
Entre ellos se contaban
Crueles dictadores
Arrogantes sinvergüenzas
Neuróticos perfeccionistas
Racistas, arribistas, clasistas, alcohólicos
Y bastardos de todas las especies,
De todas las denominaciones,
Credos
Y colores.
Su ocupación favorita parecía ser
La de humillar a los más débiles
Imponiéndose mediante un régimen del terror
Cuya violencia corrompía toda convivencia
La jauría en la que nos habían transformado
Husmeaba atenta a la menor señal
De debilidad para lanzarse sin misericordia
En un ataque masivo y devastador.
Los maestros alcohólicos y/o neuróticos
Solían ser nuestras presas favoritas.
Todavía me asombra haber aprendido el nombre
De todas las estaciones del metro de París
En medio de aquel caos formidable.
Las manos temblorosas de Monsieur Jobet
Su rostro sudoroso
Y sus ojos aterrorizados
Se me aparecen todavía en sueños
Repitiendo a veces:
Allons enfants de la Patrie
Le jour de gloire est arrivé
Contre nous de la tyrannie…
U otras:
La Défense, Pont de Neully, Les Sablons,
Porte Maillot, Argentine, Charles de Gaulle, Etoile, Champs Elysés…
Como entonces
Siento nauseas.
Y pensaba en Pinochet
Que era de origen francés
figurándome que él odiaba la Marsellesa como yo
pero acaso por motivos distintos
Me preguntaba si entendería el francés
Y que pensaría de aquel verso que habla de la tyrannie…
Pensaba en mi esmerada educación
Pensaba en la realidad
Trataba de conectar las cosas
En medio de aquel caos
Ante aquel hombre moribundo
Recibiendo nuestras dentelladas
Intentando estúpidamente una última sonrisa.
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