Este poema lo escribí probablemente a principios de los ochenta. Nunca lo leí en recital alguno, a pesar que en ese tiempo hacíamos muchos. (Este fue el período de mayor actividad del grupo Indice). ¿Por qué?… Tal vez porque se me antojaba demasiado íntimo y sentía pudor. Ahora, sin embargo, es el poema de otro… y cometo la impudicia de develarlo, primero ante mí y, luego, ante los demás.
Quizás nuestra locura nos hizo sobrevivir a ratos.
Tras el muro que contenía nuestra niñez
Y ocultaba nuestro juego inocente con cuentas de colores
esa perversidad innata nos llevó derecho
A las flores más vivaces y fragantes.
Aquellas que cortaste para mí
Mientras pasaba el último tren en el atardecer
En el fondo del patio.
Aquellas flores que cortaste para mí
Y que yo ahora recuerdo en esta desteñida hoja de bitácora.
Quisiera oler una vez más la profundidad de tus cabellos
En ese secreto triangulo del patio
En que desapareció nuestra inocencia.
Tanto amor verdadero
Perdido a tan temprana edad.
Las mejores emociones despilfarradas
Al paso de las primeras estaciones.
Estoy de nuevo en esta ventana
Que sólo tú y yo recordaremos
Mirando las colinas
Por las que solíamos vagar
Mientras pensábamos en el futuro.
No éste sin duda, sino otro
Más venturoso y mágico
Que el que hicimos separados.
Ahora somos mayores
Y tú sabes que es cruel.
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