31 marzo 2007

Debería reir

Debería reir
ante la boca del lobo;
pelar los dientes
en señal de confianza
y descender a las entrañas
del miedo.
Husmear tu nombre
tan largamente perdido,
aflojar el lazo del cuello,
quitarme los negros zapatos
y sentir la frescura de la piedra
acariciándome la piel.
¿Qué es pues el miedo
cuando ya el veneno hizo su efecto?
Y la lámpara disminuye su voltaje
mientras zumba como un inecto.
Debería por lo menos sonreir
para comprobar mi existencia.
Enviar algunas cartas
expresando mis más nobles sentimientos,
aquellos que tuve alguna vez
en otra vida.
Pero si el azogue no se empaña
con mi aliento,
debería aprender a levitar
y a no sentir
este agudo amor
en alguna parte
de lo que ha sido el alma.
Este amor que me fulmina
como un rayo
dispersándome
en millones de partículas
de felicidad.
(Junio 11, 2005. River Road, OR)

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